miércoles, 23 de noviembre de 2016

Anecdotario

¿Cuánto tiempo ha de pasar
para que hechos dolorosos -de esos que marcan la vida-
puedan ser vistos -y aun contados-
como sencillas -que no simples-
anécdotas?


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miércoles, 19 de octubre de 2016

La del abrigo blanco

Ella siempre ha dicho que, durante años,
en el barrio al que se mudó cuando vino recién casada del pueblo,
las vecinas la conocían como "la (señora) del abrigo blanco".
Este era el color y la prenda que invariablemente solía vestir
cuando hacía buen tiempo y tenía que ir de un lado para otro.
Ella, provista de primorosas manos para hacerse las mejores ropas
que puedan caber en un fondo de armario, no podía invertir en ello
ni un ápice de tiempo;
Se pasaba el día bordando ajuares a vecinas, conocidas, 

amigas y primas, apuntalando así la modesta economía doméstica
formada por un discreto sueldo de empleado de banca para cinco miembros de familia.
Del mismo modo, cuando llegaba el mal tiempo,
era conocida como "la del abrigo negro",
prenda proveniente de sus suegros como parte del "regalo" de pedida.

Bajo esa alternancia de abrigos, ella vestía ropa económica
-pero francamente duradera-
adquirida en el glorioso y extinto COEBA*.
Eso sí: "en los ratos perdidos" ella confeccionaba los más bellos trajecitos y vestidos imaginables
no solo para sus hijos
sino también para sus muñecos.

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*COEBA: Cooperativa de Empleados de Banca. Cooperativa madrileña que comercializaba en su red de tiendas todo tipo de mercancías de consumo. Creada en 1974, presentó suspensión de pagos en 1984.

 http://elpais.com/diario/1984/05/17/economia/453592803_850215.html



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viernes, 30 de septiembre de 2016

La escalera

La escalera
de aquel peculiar edificio de viviendas
de principios de siglo* 
estaba compuesta por un reguero de peldaños;
Todos ellos discurrían armoniosamente, sin un atisbo de inclinación abrupta.
Coronada por una esbelta barandilla de hierro labrado y madera,
la escalera ofrece desde sus comienzos
un servicio en exclusiva, pues en su hueco no existe competencia elevadora mecánica alguna.
En ella han ido resonando, a lo largo del tiempo,
los diferentes tipos pasos: 
Los hay ágiles, si es que parten de los pies más jóvenes,
o espaciados, cuando son emitidos por gente cargada,
o tal vez reposados -con derecho a rellano-,
cada vez que la gente mayor toma un respiro
antes de continuar el ascenso,
y, cómo no, están los gloriosos pasos saltarines,
que imprimen los niños,
para quienes la subida o el descenso
es tanto como decir, aventura o juego.

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*Principios de siglo: El arquitecto del edificio fue Diego de Orbe y Fernández. Los planos de dicho proyecto están fechados en agosto de 1912 y la obra se terminó en julio de 1915. (Datos facilitados por el Archivo de la Villa de Madrid). 


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martes, 6 de septiembre de 2016

Paisaje político

Si el paisaje político fuera amarillo a punto de cosecha,
entonces debería apremiar el tiempo
para recoger lo sembrado.
Pero, de nuevo, parece que no gusta el trabajo
de ponerse manos a la obra.
Un campo entero espera.
¿Es su color amarillo? No.
Porque, aunque en realidad predomine ligeramente el azul baya,
el modo reventón de las amapolas contrasta fuertemente con el tono ciruela de las violetas,
mientras osadas florecillas color anaranjado destacan aquí y allá...
Pero sobre todo hay narciso, mucho narciso,
tanto narciso...


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jueves, 1 de septiembre de 2016

Pisando el arcoiris

Al pequeño J. -de siete años-
le cuesta horrores meter la cabeza bajo la ducha.
Bucear y nadar en la piscina
es una de sus mayores pasiones,
pero otra cosa bien distinta es,
ducharse después.

Si es de paso obligado cruzar  por la zona de duchas
para accedera al vaso de la piscina,
él intentará colarse por un atajo;
Y, en caso de ser interceptado,
pasará corriendo -como alma que lleva el diablo-
bajo la temida alcachofa.

Al salir del agua, tres cuartos de lo mismo.
Pero como esta vez tiene que permanecer bajo el chorro más tiempo
-por prescripción maternal-
para quitarse bien el cloro, se queda ahí completamente rígido y espeluznado,
dando unos alaridos terribles
como si sobre su cabeza tuviera clavada una nube de lluvia ácida...
Tal es el drama.

Un precioso día de verano, en la piscina municipal del pueblo
al salir del agua, la tropa familiar ya había abandonado la zona de duchas.
J. se quedó rezagado con su tía, que iba probando el agua de los diferentes grifos
para ver cuál estaba más caliente y hacerle así más agradable el mal trago al pequeño
cuando se topó con el arcoiris.
-¡¡¡J. corre, ven!!! -exclamó entusiasmada su tía-, ¡¡¡en esta ducha se ve el arcoiris!!! 
El niño se colocó junto al chorro pero no veía nada.
-Tienes que meterte, J, si no, no se ve. Para ver bien el arcoiris no hay más remedio que mojarse.
Pues bien, dicho y hecho. J. se metió ni corto ni perezoso bajo el chorro de la ducha
mirando extasiado a su alrededor el precioso arcoiris que nacía de sus pies y subía rodeándole en forma de precioso tirabuzón multicolor.

Y ahí permaneció J. un buen rato tras aquella sorprendente cortina
hasta que el viento comenzó a desperdigar con sus ráfagas
las franjas de colores y
a hacer que su cuerpo temblara de frío. 

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sábado, 20 de agosto de 2016

Recompensa multicolor

Nada más entrar a la farmacia de Celia*,
-una de las primeras boticas que hubo en el barrio-,
llamaba la atención, desde el lado izquierdo del mostrador,
una gigante y hermosa copa de cristal color ámbar
llena de gominolas** de colores.
Celia tenía por costumbre
dar un puñadito de la ansiada golosina***
para premiar la compostura
de los niños que acompañábamos a nuestras madres.
Y nosotros aguardábamos "pacientemente" el momento
de recibir en nuestras manitas
aquella dulce recompensa multicolor,
por cuya obtención
había merecido la pena el interminable rato de espera...
Una vez fuera, comprobábamos enseguida qué sabores nos habían tocado
y a golpe de vista quedaba resuelto el dilema de
qué gominola tomaríamos primero,
y cuáles intercambiaríamos entre nosotros según nuestras preferencias
la de mayor éxito era la de fresa, luego la de naranja,
la de limón, la blanca (de anís)
y la de menta -de sabor más fuerte y desagradable-
que siempre se dejaba
para el final...


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* Farmacia de Celia, hoy en manos de la Lda. Encarnación Redruello, C/ Finisterre 17, Madrid 28029
**gominolas: golosina de textura gelatinosa con sabor a frutas recubiertas de azúcar, también denominada lágrimas de goma ver curiosa explicación acerca de la lágrima de goma o su denominación inglesa gumdrop http://www.willysinas.com/golosinas/257-lagrimas-de-gominola-sabor-a-frutas.html 
***golosina: en los años 70, en España había muy poca variedad de chucherías para niños, el espectro quedaba reducido básicamente a gominolas, lanzas de regaliz rojo o negro, Palotes (caramelos masticables), Chupachups, el efímero Petazetas (granulado carbonatado que provocaba pequeños chasquidos en la boca), y Chimos (caramelos rígidos de diferentes sabores en forma de aro).



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Sentimiento martenal

A años 
luz de aquél tiempo donde
su mente estaba en procrear.
Hoy por
hoy no tenía nada que enmendar
de su infancia:
nada que corregir ni recrear.
Creo que por eso -y por otras cosas- 
su sentimiento maternal
permaneció allí,
igualmente sepultado en la raíz de aquél rojo planeta martenal.
Y sin "a flor
de piel"
que valga...

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