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miércoles, 28 de julio de 2021

¿Plato hondo o llano? (Serie platos)

"¿Plato hondo o llano?" —(me) sigo preguntando indefectiblemente aún hoy, a menos que quede meridianamente claro que habrá potaje o sopa.
 

Esta frase ha resonado alto y claro toda la vida en casa de mis padres de boca del encargado de turno que ponía la mesa mientras se dirigía al armario escurreplatos. Una vez allí se plantaba delante, lo abría, y esperaba sin osar poner las manos en ellos mientras no escuchara una respuesta que despejara la disyuntiva.  
 

Y es que, poner el plato adecuado no era una cuestión menor. 

Al contrario que hoy, donde un plato hondo puede hacerse el sueco* y pasar por uno llano sin levantar demasiadas sospechas, en aquél entonces los platos hondos de nuestra vajilla eran muuuuy hondos y los llanos demasiado planos, así que no había término medio.

 


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*Nótese aquí la ambigüedad del término sueco, por un lado, sería, sensu stricto, hacerse el tonto como denota la expresión hacerse el sueco https://www.muyinteresante.es/cultura/arte-cultura/articulo/icual-es-el-origen-de-la-expresion-hacerse-el-sueco, y, por otro, sueco entendido como gentilicio metonímico, en alusión a Ikea.  



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viernes, 4 de octubre de 2019

He estado adelgazando

He estado adelgazando
álbumes de fotos
con bastante sobrepeso.
Fotos de antaño con gente que ya no
me atañe.
Es tan extraño que fotos que ahora no me dicen nada 
en su día lo dijeran todo.
Las he ido rasgando una por una y hechas trizas han llenado
el cubo naranja
de la basura.
¿Por qué darles el beneficio de
la permanencia por más tiempo?
Se acabó. El proceso ha sido liberador
como cuando se pierden
esos kilos, 
que tanto cuesta 
quitarse de encima
 -pero luego es tan saludable-.
Aquellas fotos especiales para mí,
aguardarán un poco más 
a la chimenea, entrado el invierno,
para que el humo de esos recuerdos llegue
a lo alto, allí donde se encuentran  
esos seres queridos retratados.





miércoles, 12 de junio de 2019

No vaya a ser que

Aquél día 
vestido de miércoles ramplón
ella acude de buena mañana al centro de salud
por un molesto cuadro de alergia primaveral.
Cuando le llega el turno,
-a pesar de estar muy acostumbrada ya a ver a su médico de cabecera sin la preceptiva bata, dejando al descubierto tupidos tatuajes bajo apretadísimas camisetas-,
no sale de su asombro
cuando lo tiene ante sí vistiendo una ajustada camisa
de impoluto encaje blanco hasta las muñecas. 

Y esa estampa fugaz la transporta con una punzada
-embotada como estaba por el inmisericorde cuadro primaveral-
veinte años atrás.
Sí, justo veinte años hacía de este día,
de aquella fecha
en la que
quien vestía de blanco y encaje era ella
por el día de su boda.  
No vaya a ser que
cayera en el olvido.



sábado, 20 de agosto de 2016

Recompensa multicolor

Nada más entrar a la farmacia de Celia*,
-una de las primeras boticas que hubo en el barrio-,
llamaba la atención, desde el lado izquierdo del mostrador,
una gigante y hermosa copa de cristal color ámbar
llena de gominolas** de colores.
Celia tenía por costumbre
dar un puñadito de la ansiada golosina***
para premiar la compostura
de los niños que acompañábamos a nuestras madres.
Y nosotros aguardábamos "pacientemente" el momento
de recibir en nuestras manitas
aquella dulce recompensa multicolor,
por cuya obtención
había merecido la pena el interminable rato de espera...
Una vez fuera, comprobábamos enseguida qué sabores nos habían tocado
y a golpe de vista quedaba resuelto el dilema de
qué gominola tomaríamos primero,
y cuáles intercambiaríamos entre nosotros según nuestras preferencias
la de mayor éxito era la de fresa, luego la de naranja,
la de limón, la blanca (de anís)
y la de menta -de sabor más fuerte y desagradable-
que siempre se dejaba
para el final...


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* Farmacia de Celia, hoy en manos de la Lda. Encarnación Redruello, C/ Finisterre 17, Madrid 28029
**gominolas: golosina de textura gelatinosa con sabor a frutas recubiertas de azúcar, también denominada lágrimas de goma ver curiosa explicación acerca de la lágrima de goma o su denominación inglesa gumdrop http://www.willysinas.com/golosinas/257-lagrimas-de-gominola-sabor-a-frutas.html 
***golosina: en los años 70, en España había muy poca variedad de chucherías para niños, el espectro quedaba reducido básicamente a gominolas, lanzas de regaliz rojo o negro, Palotes (caramelos masticables), Chupachups, el efímero Petazetas (granulado carbonatado que provocaba pequeños chasquidos en la boca), y Chimos (caramelos rígidos de diferentes sabores en forma de aro).



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jueves, 28 de julio de 2016

Contornos y sonidos I

Contornos y sonidos
de aquellas tardes en casa,
interminables, adorables,
plagadas de juegos infantiles y de fondo siempre el ruido incansable
de la máquina de coser 
que hacía volar mi madre para entregar los encargos a tiempo
mientras nosotras -a su lado-
jugábamos a ir a la compra con el dinero imaginario
que ella nos ponía en la mano.
Y pasábamos las horas jugando a las cocinitas,
y a colocar aquellos vestiditos
-primorosamente por ella fabricados-
a la "Nancy", a la "Lesly" y
al "Barriguitas".


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martes, 26 de julio de 2016

lunes, 23 de mayo de 2016

"Aneche"

Recuerdo la emoción que se vivía
en casa cada vez que
llegaba carta de Aneche.
"Aneche", en realidad Annette, era una simpatiquísima
y rubicunda niña alemana
de la que mi hermana se volvía amiga inseparable 
durante las vacaciones estivales en el Camping "Villas Caravaning"*.
Apenas estaba de regreso en su país
Aneche mandaba sin dilación
un inconfundible sobre primorosamente decorado
que destacaba enseguida del pelotón de cartas rasas de banco
y en cuyo interior se alojaban las más novedosas y apetecibles golosinas que
los tres hermanos habíamos visto jamás...
Muchos de aquellos rechupeteados envoltorios
quedaban para la posteridad,
y no era extraño verlos luego formando parte del
despampanante forro de cuadernos y libros....

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* Villas Caravaning- Camping situado en la Manga del Mar Menor en Murcia  

martes, 23 de febrero de 2016

Criiic criiiic sostenido


El sonido de grillo,

-ese peculiar, inconfundible y oxidado

criiic-criiic sostenido procedente de un columpio-,

me hace subir nuevamente al balancín aquél

de hierro en forma de barca

en el que solían mecerse dos niñas, casi iguales,

vestidas de blanco,

delicadamente peinadas con llamativas coletas y abultados flequillos...

Y, por un rato, dentro de aquél artefacto suspendido en el espacio,

-lejos del pie a tierra-,

las dos hermanas se volvían inabarcables

como soberanas sobrevolando un ignoto altiplano...


viernes, 19 de febrero de 2016

Sonidos de estío

En mitad de una tarde invernal
el sonido de una avioneta
-repentinamente familiar-
se desliza hasta mí
atravesando con estrépito murallas de murmullos.
Y, de pronto, llega el verano
desde las apartadas cumbres de aquellos recuerdos lejanos:
son estíos de antaño,
llenos de vacaciones en el mar por un mes entero
en los que
avionetas surcaban el aire
soltando un reguero
de balones y gorras,
mientras nosotros agitábamos desde el agua
los brazos
apresurando nuestras pesadas piernas sumergidas
como podíamos
hacia la caza
de algún obsequio llovido del cielo...


lunes, 23 de noviembre de 2015

Cara de pocos amigos

Me quedo un instante mirando
fijamente a un bóxer tranquilo que pasa a mi lado
con su dueño.
Escapa a mi vista
y se proyecta en mi mente
la imagen fugaz
de aquél otro bóxer de mi infancia:
tenía cara de pocos amigos -llena de babas-
y ladraba hoscamente
asomando el hocico entre los barrotes de una verja,
delante de la que yo tenía que
pasar -sí o sí-
cada mañana para ir al colegio.
Y me daba un miedo...
Yo tenía 5 años
y llevaba una cartera gruesa extrarígida en cuero marrón chocolate
-que abultaba más que yo-.
Como no era consciente del lugar exacto
en que habrían de sorprenderme los ladridos,
siempre me sobrecogía de susto y daba un grito con salto.
Al cabo de un tiempo de sobresaltos traté de memorizar el lugar
exacto y cuando me iba acercando
a él, dejaba una gran panza de espacio
con respecto a la verja
que no me libraba del contacto auditivo con los ladridos
pero evitaba mi grito con salto...


miércoles, 30 de septiembre de 2015

Mecánicas

De entre las cosas que mi nonagenaria abuela
materna aun no ha olvidado,
es que cuando cocinaba, solía echar un chorrito de agua
a las patatas, -directamente en la sartén-
para que estuvieran "ternicas".
Y recuerdo que mi difunta abuela paterna ponía 
las patatas en agua con sal casi dos horas antes de freírlas
para que soltaran el almidón y estuvieran crujientes.
Mujeres de su época
a las que solo vi temblar
cuando tenían que poner los pies
sobre el abominable mecanismo
de unas escaleras mecánicas.



lunes, 13 de julio de 2015

Estela de recuerdos

Desde el punto en que ahora me hallaba
podía contemplar -aún- 
pero con gran dificultad,
la lancha motora
aquella que permanecía en la lejanía
con el motor detenido;
Y tras de sí el reguero de recuerdos inmóviles 
flotando en el agua.


viernes, 27 de febrero de 2015

Despensar un rato



A veces -para despensar un rato-
me gusta detenerme a repasar mis orígenes.
Los de muy atrás.
Época aquella como esos libros 
en los que cada problema tenía solución -al final-.
Y su materia -respirable-
era a virutas de goma de "nata"
y a lápices amontonados.
Y el inconfundible sabor a tiempo libre
lo llevaba la espesa espuma de Cola Cao
coronando la leche fría en las meriendas...
Y las lecturas de libros de aventuras
-de los 5 y de los Hollister-
y los ataques de risa en familia
y las gloriosas noches de pipas frente a emblemáticos programas
en blanco y negro. 


miércoles, 3 de septiembre de 2014

Infancia

Al pasar por una zona verde, el calor asfixiante
pone "ante mis narices" un aroma inconfundible a césped
de piscina,
     de la piscina aquella tan familiar a la que íbamos a bañarnos
     cada verano de nuestra infancia
     -hasta los treinta años-.
Sí, tanto duró nuestra infancia* para esta prebenda. Un carné
con foto -que cambiaba año tras año-, determinaba que
hasta esa edad seguíamos teniendo pase, siendo "niños", hijos de empleados,
con pase a las inolvidables instalaciones
del glorioso y extinto Club Banesto.
Días memorables de tartera con ensalada campera,
de interminables baños, de partidos, de lecturas, de confidencias al sol
siempre en la piscina de abajo**...
 
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*Infancia. Ana María Matute decía sabiamente que la infancia es la etapa más larga de la existencia, que incluso va más allá que nuestra propia vida...
**Piscina de abajo. En las instalaciones había dos piscinas la de abajo y la de arriba. Nosotros siempre nos poníamos en la piscina de abajo. 

jueves, 26 de septiembre de 2013

En el armario

No sé como un puñado de arroz 
fue a caer en el diminuto bolsillo
del almidonado chaleco de boda,
-ahora en el armario-.

Y una antigua nota manuscrita
aguardó a ser leída
en un glamuroso bolso de fiesta,
que fijó su residencia también en el armario. 

Lo mismo que otros recuerdos intactos 
 -que no dejan de deshilacharse vivos-
ahora y siempre, en mi fondo de almario...



sábado, 17 de agosto de 2013

Auf Wiedersehen

Los recuerdos viajan desde
muy lejos solo para
recorrer tu pequeño país -de arriba abajo-.

Un viaje que siempre empieza y termina en "-mente":
eficazmente, insistentemente, indirectamente,
inexorablemente, metódicamente,
libremente...

Recuerdos que agitan
y -a un toque de suspiro-,
se marchan por donde han venido.

Dejándote con cara de "pasado",
mientras se alejan, repiten
"auf Wiedersehen".


martes, 6 de agosto de 2013

domingo, 5 de mayo de 2013

Traje color asfalto con raya diplomática

Esta luz dominical vespertina de calles llenas
me recuerda al auge aquél
que experimentaba también aquella carretera principal
encargada de atravesar el pueblo de punta a punta;
Durante toda la tarde de domingo dejaba atrás
la impuesta aptitud para el tráfico
y se convertía en simple acera, haciendo gala de
su traje color asfalto con raya diplomática.


miércoles, 1 de mayo de 2013

Tras el rosal


Lagunas de Ruidera 
En la laguna las ondas se comunican en calma tras el rosal;
y yo me pregunto
-con la mirada estática tras el milagroso rosal en la roca junto a la laguna-,
si quedará aquí alguna
gota de ese agua
de aquél mes de diciembre, veinticuatro años atrás.


domingo, 28 de abril de 2013

En el frío del viento

En el frío del viento
se transportan los recuerdos más tristes rápidamente;
por ráfagas llegan hasta el oído,
por ráfagas
ponen el gesto torcido en tu cara.