Con los pies en la tierra
pero sobre una silla de ruedas.
Con su voz de niña
quebrada tras 94 añicos.
Con su mente cabal
sepultada en un cuerpo que -hace ya- que no le servía.
Con sus pensamientos puestos -hace ya- en el más allá
-donde todos sus seres queridos la esperan-.
Ha muerto en una cama de hospital
sola.
Sin molestar.
Se ha ido en silencio
de la mano de la última visita
que le hizo
un resfriado.
Deja una plaza libre en la recóndita residencia
que ocupaba -tan lejos de su mundo-
y de la que ahora -al fin- se libera.
Y en ese mundo lejano quedan dos hijos, y nietos, y biznietos
y sobrino-nietos: los primeros, criados con desvelo y todos los que fueron llegando, también...
Sí. Ahí quedan. Ahí queda.
Descansa en paz tita I.
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miércoles, 19 de noviembre de 2014
martes, 11 de febrero de 2014
Pequeños mundos
Muchos pequeños mundos
se desmoronan bajo nuestros pies
-y lo hacen a diario-.
El sistema de derrumbe es siempre el mismo:
Todo aquello a lo que permanecíamos
anclados, suelta amarras
en un proceso de desaferramiento tal, que
nos hace partir en una maltrecha
nave, rumbo a poner pie sobre lo desconocido.
Pronto, todo se vuelve normal:
la ausencia de medios, la incertidumbre,
incluso el hecho de ver solo agua por todas partes
hasta en el fondo mismo
de nuestro propio barco.
se desmoronan bajo nuestros pies
-y lo hacen a diario-.
El sistema de derrumbe es siempre el mismo:
Todo aquello a lo que permanecíamos
anclados, suelta amarras
en un proceso de desaferramiento tal, que
nos hace partir en una maltrecha
nave, rumbo a poner pie sobre lo desconocido.
Pronto, todo se vuelve normal:
la ausencia de medios, la incertidumbre,
incluso el hecho de ver solo agua por todas partes
hasta en el fondo mismo
de nuestro propio barco.
sábado, 17 de agosto de 2013
Auf Wiedersehen
Los recuerdos viajan desde
muy lejos solo para
recorrer tu pequeño país -de arriba abajo-.
Un viaje que siempre empieza y termina en "-mente":
eficazmente, insistentemente, indirectamente,
inexorablemente, metódicamente,
libremente...
Recuerdos que agitan
y -a un toque de suspiro-,
se marchan por donde han venido.
Dejándote con cara de "pasado",
mientras se alejan, repiten
"auf Wiedersehen".
muy lejos solo para
recorrer tu pequeño país -de arriba abajo-.
Un viaje que siempre empieza y termina en "-mente":
eficazmente, insistentemente, indirectamente,
inexorablemente, metódicamente,
libremente...
Recuerdos que agitan
y -a un toque de suspiro-,
se marchan por donde han venido.
Dejándote con cara de "pasado",
mientras se alejan, repiten
"auf Wiedersehen".
domingo, 3 de febrero de 2013
Alma terrena
Si se hiciera un sondeo
por nuestra alma terrena,
veríamos que la pena deja un extraño poso
indeleble y grisáceo,
a distinguir claramente entre otras capas más vivaces
-como las marcas abigarradas*-,
que indican episodios felices aunque fugaces.
--------------------
*abigarrado, da. Geol. [sedimento, roca] Que presenta colores vivos y variados.
Preciosa vidriera del Instituto Geológico y Minero de Madrid, que inspiró este poema
http://www.igme.es/internet/GaleriaFotos/vidrieras/pages/sondeos.htm
por nuestra alma terrena,
veríamos que la pena deja un extraño poso
indeleble y grisáceo,
a distinguir claramente entre otras capas más vivaces
-como las marcas abigarradas*-,
que indican episodios felices aunque fugaces.
--------------------
*abigarrado, da. Geol. [sedimento, roca] Que presenta colores vivos y variados.
Preciosa vidriera del Instituto Geológico y Minero de Madrid, que inspiró este poema
http://www.igme.es/internet/GaleriaFotos/vidrieras/pages/sondeos.htm
domingo, 24 de junio de 2012
A clases de odio, lecciones de amor
Hay clases de odio tan grandes
que tienen vida propia
dentro de vidas ajenas.
Supe de uno cuya magnitud era tal, que llegó a
ejercer el cargo honorífico
de disponer lo que debía
o, aún peor, lo que no debía hacerse jamás
[como perdonar].
Consumía -de continuo- tanta alegría y sosiego este huésped
que no dejaba mucho
para los portadores mismos.
Mas, !ay¡
que de forma inesperada
-un buen día-
vino a morirse el objeto
de tanto inútil resentimiento:
un hombre de carne y hueso.
Entonces, todo el rencor acumulado se tiró
por la ventana
antes de que los remordimientos de siete lenguas
entraran para quedarse.
Y los sentimientos de culpa,
esos también llegarían, más pronto que tarde.
Ahora, el desgarrado llanto por el tiempo perdido
-todo un abismo de años sin contacto-
se presentaba
puntual a la hora
de los no pocos recuerdos agradables
que tienen vida propia
dentro de vidas ajenas.
Supe de uno cuya magnitud era tal, que llegó a
ejercer el cargo honorífico
de disponer lo que debía
o, aún peor, lo que no debía hacerse jamás
[como perdonar].
Consumía -de continuo- tanta alegría y sosiego este huésped
que no dejaba mucho
para los portadores mismos.
Mas, !ay¡
que de forma inesperada
-un buen día-
vino a morirse el objeto
de tanto inútil resentimiento:
un hombre de carne y hueso.
Entonces, todo el rencor acumulado se tiró
por la ventana
antes de que los remordimientos de siete lenguas
entraran para quedarse.
Y los sentimientos de culpa,
esos también llegarían, más pronto que tarde.
Ahora, el desgarrado llanto por el tiempo perdido
-todo un abismo de años sin contacto-
se presentaba
puntual a la hora
de los no pocos recuerdos agradables
viernes, 6 de abril de 2012
Ahora que por fin llueve...
Ahora que por fin llueve,
en medio del ambiente húmedo y triste,
hablaré del llanto.
Yo he llorado mucho, lo indecible.
Pero no sabría decir
cuántas de esas lágrimas he derramado por mí
y si realmente lo hice alguna vez.
Lloré la pena y el dolor ajenos:
por la persona que se ha ido,
por lo que ya no podrá hacer,
por los hijos que no han sido...
-Yo estaba viva y no me creía con derecho a llorar por mí-.
Lloré incluso hasta por la pena y el dolor de todos los seres queridos
de aquellos muertos.
Está bien. Pero verter lágrimas tan desprendidamente
por los demás lleva consigo
irse recubriendo de una ligera pero endurecedora
pátina insensibilizante
que no te permite llorar en calidad de superviviente.
Después, con el tiempo,
aprendí a recorrer
-acre por acre-
la linde del sufrimiento propio,
y comencé a regarla -con lágrimas- más a menudo cada vez.
De nuevo era como si yo llorara por otra persona,
-una buena amiga, tal vez,
a la que había pasado tiempo sin ver-.
Aun así lloré, -¡ay, cómo de desconsoladamente lloré!-
por aquella pobrecilla
a la que habían sobrevenido toda suerte de males.
Y al mismo tiempo me emocioné
por haber podido ser
testigo de excepción de la superación y del crecimiento
de esta valerosísima mujer.
en medio del ambiente húmedo y triste,
hablaré del llanto.
Yo he llorado mucho, lo indecible.
Pero no sabría decir
cuántas de esas lágrimas he derramado por mí
y si realmente lo hice alguna vez.
Lloré la pena y el dolor ajenos:
por la persona que se ha ido,
por lo que ya no podrá hacer,
por los hijos que no han sido...
-Yo estaba viva y no me creía con derecho a llorar por mí-.
Lloré incluso hasta por la pena y el dolor de todos los seres queridos
de aquellos muertos.
Está bien. Pero verter lágrimas tan desprendidamente
por los demás lleva consigo
irse recubriendo de una ligera pero endurecedora
pátina insensibilizante
que no te permite llorar en calidad de superviviente.
Después, con el tiempo,
aprendí a recorrer
-acre por acre-
la linde del sufrimiento propio,
y comencé a regarla -con lágrimas- más a menudo cada vez.
De nuevo era como si yo llorara por otra persona,
-una buena amiga, tal vez,
a la que había pasado tiempo sin ver-.
Aun así lloré, -¡ay, cómo de desconsoladamente lloré!-
por aquella pobrecilla
a la que habían sobrevenido toda suerte de males.
Y al mismo tiempo me emocioné
por haber podido ser
testigo de excepción de la superación y del crecimiento
de esta valerosísima mujer.
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