sábado, 2 de agosto de 2025

Aromas ancla. Primera infancia. Pino piñonero parte segunda


En mi primera infancia en el colegio me recuerdo siempre sentada de medio lado* en la silla de clase.

El motivo de tener siempre un pie apoyado en el suelo no era otro que disponer de la ventaja suficiente para bajarme de la silla, en un visto y no visto. 

Durante la clase, mi asiento no permanecía caliente mucho tiempo, me levantaba constantemente ya fuera para ir por las mesas reprendiendo a los niños para que hicieran sus tareas, mientras la mía permanecía intacta sobre mi pupitre, ya fuera para visitar a mi primo Andresito, que se encontraba  en el otro extremo del aula.    

Era un verdadero culillo de mal asiento y traía loca a la la señorita Amparo, una maestra septuagenaria que trataba de tenerme controlada sentándome en la primera fila.  

Cuando llegaba el momento del recreo, apenas había terminado de sonar el timbre y yo ya había salido disparada por la puerta para enfilar uno de los alargados pasillos con dirección al patio.

Ese recinto no era un espacio cualquiera, así que, plantarse allí lo antes posible suponía ocupar a solas el mejor sitio** hasta que llegaba el resto de niños.  

Durante la media hora que duraba el recreo me sentía presa de una libertad de movimientos sin igual. 

Saltaba y corría por un paraje plagado de pinos, cuyo inconfundible aroma iba pasando, sin más, junto con el de la tierra removida, por mis pulmones. 

Esas notas perfumadas llegaron hasta las puertas del albergue de mi cerebro donde les buscó alojamiento el mismísimo e ilustre grabador de aromas y emociones.  



  

 

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*Mi madre da fe de mi sempiterna obsesión por estar sentada de medio lado cuando era pequeña, y no solo en la escuela. Esto respondía a la necesidad perentoria de estar lo más cerca posible del suelo para echar a correr en cualquier  momento hacia cualquier lugar. 

** El mejor sitio era sin duda el que ocupaba el mapa de la Península Ibérica en relieve. (Detalle de la maqueta del relieve de la Península Ibérica situada justamente detrás del antiguo pabellón de vestuarios del antiguo Colegio Andrés Manjón).

(Foto: F. Lorca, 2010)

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