Me fascina pasarme de la Raya.
Que tan solo a unos pasos allende nuestra tierra,
se respire otra calma, se vea otro sol,
se disipen otras nubes.
Que nos desarme de rutinas
la plácida quietud
del recién estrenado y simple paisaje
verde
de pastos y ovejas.
Y, traspasar esa Línea,
conlleva una valiosa y temporal recompensa,
nada más cruzarla, regalan
sesenta minutos de oro
que habrá que entregar
contantes y sonantes
de vuelta
en la frontera.