Contornos y sonidos
de aquellas tardes en casa,
interminables, adorables,
plagadas de juegos infantiles y de fondo siempre el ruido incansable
de la máquina de coser
que hacía volar mi madre para entregar los encargos a tiempo
mientras nosotras -a su lado-
jugábamos a ir a la compra con el dinero imaginario
que ella nos ponía en la mano.
Y pasábamos las horas jugando a las cocinitas,
y a colocar aquellos vestiditos
-primorosamente por ella fabricados-
a la "Nancy", a la "Lesly" y
al "Barriguitas".
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