¿Verdaderamente es tan grave no ceder
el asiento
en el transporte público?
Probablemente no.
pero, que se haga por sistema, comienza a ser un signo
más del egoismo feroz
que campa a sus anchas
en los tiempos que corren,
donde mirar fijamente la pantallita del móvil
-cómodamente sentados-
sin atender a nada más, no tiene precio.
En esta cuestión, nadie tiene por qué hacer país.
No es tan grave
que tu casero te diga a la cara
"hay que ver cómo dejaron el país los del partido aquél"
mientras él -que juró y perjuró a la firma del contrato
que su piso estaba declarado-,
resulta que mintió y además no estaba a su nombre...
No es tan grave,
él no está obligado a hacer país.
Tampoco es tan grave arrojar colillas a la acera,
o al monte,
y que luego arda, porque esos -los mismos que tampoco hacen país-
echarán luego la culpa al viento...
No es tan grave tirar basura a los ríos:
la porquería desaparecerá por arte de magia corriente abajo,
además como la naturaleza es de todos -y de nadie-
cada uno puede ensuciar su parte
-sin ruborizarse-...
jueves, 26 de mayo de 2016
lunes, 23 de mayo de 2016
"Aneche"
Recuerdo la emoción que se vivía
en casa cada vez que
llegaba carta de Aneche.
"Aneche", en realidad Annette, era una simpatiquísima
y rubicunda niña alemana
de la que mi hermana se volvía amiga inseparable
durante las vacaciones estivales en el Camping "Villas Caravaning"*.
Apenas estaba de regreso en su país
Aneche mandaba sin dilación
un inconfundible sobre primorosamente decorado
que destacaba enseguida del pelotón de cartas rasas de banco
y en cuyo interior se alojaban las más novedosas y apetecibles golosinas que
los tres hermanos habíamos visto jamás...
Muchos de aquellos rechupeteados envoltorios
quedaban para la posteridad,
y no era extraño verlos luego formando parte del
despampanante forro de cuadernos y libros....
-------------------
* Villas Caravaning- Camping situado en la Manga del Mar Menor en Murcia
en casa cada vez que
llegaba carta de Aneche.
"Aneche", en realidad Annette, era una simpatiquísima
y rubicunda niña alemana
de la que mi hermana se volvía amiga inseparable
durante las vacaciones estivales en el Camping "Villas Caravaning"*.
Apenas estaba de regreso en su país
Aneche mandaba sin dilación
un inconfundible sobre primorosamente decorado
que destacaba enseguida del pelotón de cartas rasas de banco
y en cuyo interior se alojaban las más novedosas y apetecibles golosinas que
los tres hermanos habíamos visto jamás...
Muchos de aquellos rechupeteados envoltorios
quedaban para la posteridad,
y no era extraño verlos luego formando parte del
despampanante forro de cuadernos y libros....
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* Villas Caravaning- Camping situado en la Manga del Mar Menor en Murcia
jueves, 12 de mayo de 2016
Generosidad versus con tal de
Y cómo reclamar generosidad y solidaridad y humildad de unos políticos
que, lejos de mirar por el bien común,
se dedican a jugar a su particular juego de la silla en el Congreso,
si nosotros mismos
no somos capaces de comportarnos ni el Metro:
qué es eso de ceder el asiento,
basta con meter el codo y la pierna con tal de coger sitio y ponerse fijamente a mirar el móvil
para no dejar escapar una sola mirada alrededor
y entonces, el que haya personas de pie todo el trayecto que lo necesiten más, ya no supone un problema;
Como tampoco lo es "invitar" a los demás viajeros a escuchar horrendas melodías a todo volumen desde los móviles...
Todo, con tal de ir por la vida
como si siguiesen sentados
en el sillón de casa.
que, lejos de mirar por el bien común,
se dedican a jugar a su particular juego de la silla en el Congreso,
si nosotros mismos
no somos capaces de comportarnos ni el Metro:
qué es eso de ceder el asiento,
basta con meter el codo y la pierna con tal de coger sitio y ponerse fijamente a mirar el móvil
para no dejar escapar una sola mirada alrededor
y entonces, el que haya personas de pie todo el trayecto que lo necesiten más, ya no supone un problema;
Como tampoco lo es "invitar" a los demás viajeros a escuchar horrendas melodías a todo volumen desde los móviles...
Todo, con tal de ir por la vida
como si siguiesen sentados
en el sillón de casa.
miércoles, 27 de abril de 2016
Todo pasa por algo
Una mujer de mediana edad
hace una extraña guardia delante del único asiento libre
en un vagón de Metro repleto de gente
hasta la bandera
en plena hora punta.
La señora sostiene entre sus manos un libro titulado "Todo pasa por algo"
de cuyas páginas no aparta la vista ni un instante,
mientras silabea para sí frases con el mayor interés.
Tan absorta estaba, que no veía, a pesar de tenerla delante,
a la joven que acaba de entrar
cargada de bolsas y llevando con dificultad a su hijo
en el costado.
La azorada joven, se planta esperanzada frente a la ninguneadora
para preguntarle por tres veces si iba a sentarse, pero la susodicha
seguía a lo suyo, haciendo gala
-cual soldado orgulloso
que mantiene imperturbable
su semblante ante las increpaciones del gentío-.
El resultado fueron cuarenta segundos de estupor generalizado en el vagón,
tras los cuales, los boquiabiertos viajeros de todas las nacionalidades, edades, sexos, y condición religiosa -que puede haber en el país del tamaño de un vagón de Metro-,
se levantaron como
centellas de sus asientos para cederle el sitio
a la joven, más perpleja aún si cabe ante el comportamiento de una congénere
que, por otra parte,
si el lector -que no presenció la escena- se lo pregunta,
sí estaba en sus cabales.
hace una extraña guardia delante del único asiento libre
en un vagón de Metro repleto de gente
hasta la bandera
en plena hora punta.
La señora sostiene entre sus manos un libro titulado "Todo pasa por algo"
de cuyas páginas no aparta la vista ni un instante,
mientras silabea para sí frases con el mayor interés.
Tan absorta estaba, que no veía, a pesar de tenerla delante,
a la joven que acaba de entrar
cargada de bolsas y llevando con dificultad a su hijo
en el costado.
La azorada joven, se planta esperanzada frente a la ninguneadora
para preguntarle por tres veces si iba a sentarse, pero la susodicha
seguía a lo suyo, haciendo gala
-cual soldado orgulloso
que mantiene imperturbable
su semblante ante las increpaciones del gentío-.
El resultado fueron cuarenta segundos de estupor generalizado en el vagón,
tras los cuales, los boquiabiertos viajeros de todas las nacionalidades, edades, sexos, y condición religiosa -que puede haber en el país del tamaño de un vagón de Metro-,
se levantaron como
centellas de sus asientos para cederle el sitio
a la joven, más perpleja aún si cabe ante el comportamiento de una congénere
que, por otra parte,
si el lector -que no presenció la escena- se lo pregunta,
sí estaba en sus cabales.
sábado, 16 de abril de 2016
De donde yo soy!
Una vivaracha niña de unos siete años
de pelo negro azulado,
espera el turno en la frutería
junto a su madre adoptiva.
Y, mientras, celebra con gestos cada cosa que ve,
va diciendo a su mamá el montón de cosas que tienen que comprar
porque "no les queda de nada";
La pequeña va nombrando con voz saltarina todo aquello que recorren sus enormes ojos:
plátanos, fresas,
aguacates y peras...
De pronto alcanza con su vista unas preciosas uvas
de color verde amarillo,
y el tendero replica con un guiño,
que vienen de la India.
¡¡¡¡Ay va... de donde yo soy!!!! -dice exultante desplegando una sonrisa
que deja al descubierto una peculiar hilera
de farolillos muy blancos, -algunos a medio encender-
Y mientras, ella sentía con orgullo el privilegio
de que su adorada y lejana patria
estuviera ahí, en ese preciso instante
justo a su lado...
de pelo negro azulado,
espera el turno en la frutería
junto a su madre adoptiva.
Y, mientras, celebra con gestos cada cosa que ve,
va diciendo a su mamá el montón de cosas que tienen que comprar
porque "no les queda de nada";
La pequeña va nombrando con voz saltarina todo aquello que recorren sus enormes ojos:
plátanos, fresas,
aguacates y peras...
De pronto alcanza con su vista unas preciosas uvas
de color verde amarillo,
y el tendero replica con un guiño,
que vienen de la India.
¡¡¡¡Ay va... de donde yo soy!!!! -dice exultante desplegando una sonrisa
que deja al descubierto una peculiar hilera
de farolillos muy blancos, -algunos a medio encender-
Y mientras, ella sentía con orgullo el privilegio
de que su adorada y lejana patria
estuviera ahí, en ese preciso instante
justo a su lado...
miércoles, 30 de marzo de 2016
Abandonos
Una imagen de antaño
proyecta el fortuito encuentro entre dos parejas:
El marco, un restaurante perdido
en una frondosa y conocida localidad del norte,
A los dos jóvenes matrimonios -que se conocían de vista, de la gran ciudad-
les lleva tan solo unos segundos saludarse efusivamente,
y dedican el resto del rato a ponerse al día:
uno de los matrimonios está recién casado
y el otro, tiene dos niños pequeños.
Enseguida intercambian los teléfonos.
El del padre de familia, sin duda, era un teléfono peculiar, a tener en cuenta
para un futuro lejano,
pues, no es habitual conocer a alguien que trabaja en el
departamento de decesos de una compañía.
A los pocos años de aquello,
una de las dos esposas recordó amargamente aquél -otrora bello- encuentro e hizo uso del insólito contacto
por el fallecimiento menos pensado:
el de su marido.
De otro lado, la otra mujer sufría su infierno particular:
su cóyuge la abandonaba, sin más,
a ella y a sus retoños,
para incorporarse de facto a otra familia
con hijos.
martes, 23 de febrero de 2016
Criiic criiiic sostenido
El sonido de grillo,
-ese peculiar, inconfundible y oxidado
criiic-criiic sostenido procedente de un columpio-,
me hace subir nuevamente al balancín aquél
de hierro en forma de barca
en el que solían mecerse dos niñas, casi iguales,
vestidas de blanco,
delicadamente peinadas con llamativas coletas y abultados flequillos...
Y, por un rato, dentro de aquél artefacto suspendido en el espacio,
-lejos del pie a tierra-,
las dos hermanas se volvían inabarcables
como soberanas sobrevolando un ignoto altiplano...
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