miércoles, 23 de diciembre de 2015

Lotería de Navidad

Sí. Me ha tocado la lotería del sorteo de Navidad*.
En realidad todos los años he ganado,
haciendo mío el dicho de quienes no se resignan a verse perdedores en este día:
el 22 de diciembre es el día de la salud por antonomasia...
El caso es que este año he ganado de verdad.
¿Pero me ha correspondido una miseria o una millonada?
Sin ánimo de frivolizar, me ha tocado
el equivalente  a seis años y medio de trabajo de unas limpiadoras de la India**,
el equivalente a dos días de trabajo de un médico o de un profesor en Rusia***,
el equivalente aproximado al sueldo mensual de una enfermera en Venezuela****.


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*
En España se celebra cada 22 de diciembre el sorteo de Navidad, denominado también el Gordo, siendo considerado como el sorteo de mayor repercusión a nivel nacional.
http://www.abc.es/loteria-de-navidad/historia.html

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 http://blogs.20minutos.es/becario/2012/10/31/el-trabajo-peor-pagado-del-mundo-20-centimos-al-mes-por-limpiar-banos/   

***
http://russiaparachilenos.blogspot.com.es/2007/12/salarios-en-rusia-articulo-en.html

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http://www.infobae.com/2015/04/26/1724684-cuanto-gana-realmente-la-gente-comun-venezuela

miércoles, 16 de diciembre de 2015

Jugando al despiste

En medio del
contaminadísimo día raso
sorprendo, en un parque de la capital,
a unos árboles
jugando al despiste:
lucen prendas primaverales
en plena época otoñal.
A esta tempranera hora
un imponente trasluz
mantiene encendidas a unas apagadísmas
farolas...




jueves, 10 de diciembre de 2015

Bola de Navidad

En la inmensidad del salón de estar
del Universo
cuelga una enorme bola
azul.
Que gira vertiginosamente también en
Navidad.
Según el lugar,
brilla la paz y la vida tiene sentido,
pero allí donde resplandece la guerra,
la existencia es solo dolor y devastación.
Alguien o algo colgó esa bola ahí hace millones de años.
Y cómo puede ser que dentro de ella haya
especímenes -de un pelaje tal-
dispuestos a perpetrar contra otro ser humano
las mayores vilezas
mientras dure el rato de sus vacías vidas.
¿No les tiembla su pulso sanguinario?


lunes, 23 de noviembre de 2015

Cara de pocos amigos

Me quedo un instante mirando
fijamente a un bóxer tranquilo que pasa a mi lado
con su dueño.
Escapa a mi vista
y se proyecta en mi mente
la imagen fugaz
de aquél otro bóxer de mi infancia:
tenía cara de pocos amigos -llena de babas-
y ladraba hoscamente
asomando el hocico entre los barrotes de una verja,
delante de la que yo tenía que
pasar -sí o sí-
cada mañana para ir al colegio.
Y me daba un miedo...
Yo tenía 5 años
y llevaba una cartera gruesa extrarígida en cuero marrón chocolate
-que abultaba más que yo-.
Como no era consciente del lugar exacto
en que habrían de sorprenderme los ladridos,
siempre me sobrecogía de susto y daba un grito con salto.
Al cabo de un tiempo de sobresaltos traté de memorizar el lugar
exacto y cuando me iba acercando
a él, dejaba una gran panza de espacio
con respecto a la verja
que no me libraba del contacto auditivo con los ladridos
pero evitaba mi grito con salto...


martes, 17 de noviembre de 2015

Dolor en itinerancia

¡Cuánto dolor en itinerancia
continua!
Cuánto vacío llenando mentes perversas
a través del negro prisma
de un miserable terror calculado
que cultiva la masacre,
siembra el miedo, siega vidas, poda esperanzas...
Y todo ello en nombre de una sinrazón infame
en pos de un fanatismo
que alimenta su bajeza
y que no conoce un solo bien elevado:
porque la vida humana
es -de lejos- el más sagrado...




viernes, 13 de noviembre de 2015

Fogo lento

En Portugal
uno siente que todo transcurre sin prisa,
a fogo lento,
incluso las máquinas expendedoras de billetes de metro
siguen su propio ritmo:
ante una rápida pulsación
-motivada por la impaciencia madrileña-
la máquina reacciona
haciéndotelo pagar caro,
porque te expide de pronto un billete de 35€
por haber tratado de acelerar el proceso
de emitir un billete simple.


martes, 10 de noviembre de 2015

Despertar en Oporto

Sin fallar un día,
la contundente intermitencia de carcajadas
fabricadas por una gaviota reidora
me trae hacia la luz
del despertar en Oporto.
Abro los balcones de madera blanca y marco de piedra
y la brisa portense
me apercibe de donde me hallo;
Y lo hace sin pretensiones
ni quebrantos,
a modo de bellísimo fado
que va calando dentro.
Despacio.