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lunes, 1 de febrero de 2016

Tupi do velo

Retomemos el síndrome que sufre la clase turista
cuando no ha podido acaparar la suficiente concentración de sitios ineludibles
por rato cuadrado.
Y hagámoslo corriendo un tupido velo.
La "Confeitaria TUPI".
Es un punto y aparte.
Sencillamente auténtica, 
por el brillo de su peculiar luz propia
que ilumina por igual 
al comensal de aquí o de allá
haciéndole pasar
por uno más de la ciudad,
haciéndole pagar
lo que a uno más de la ciudad. 



jueves, 28 de enero de 2016

Majestic

Me quedo con el fascinante deleite
sin refinar que ofrecen algunas cafeterías rancias
de Oporto.
Ese que supera con creces al supuesto encanto
que las guías de campo y playa 
adjudican a otros cafés de exquisito nombre
-como el Majestic-.
  [se diría que su fama haya sido cincelada
   simplemente para que uno vaya
   y pueda formar parte del recuento de sitios trofeo,  a saber   
   -yo me tomé un café ahí-.] 
Es de locos cómo puede contribuir
a la cuota de decepción que la clase turista
puede llevarse consigo
de un país, el hecho de no haber visitado todos los "allís" reglamentarios que rezan en las guías
y que, a fuerza de rezar, van a misa
Pero, si hay algo peor para un turista
es que le hagan sentir como a un vulgar forastero
al que extraer un buen dinero
por una "bañera" de café 
ramplón
por muy "majestatico" que sea.

¡Cara mediocridad!



viernes, 13 de noviembre de 2015

Fogo lento

En Portugal
uno siente que todo transcurre sin prisa,
a fogo lento,
incluso las máquinas expendedoras de billetes de metro
siguen su propio ritmo:
ante una rápida pulsación
-motivada por la impaciencia madrileña-
la máquina reacciona
haciéndotelo pagar caro,
porque te expide de pronto un billete de 35€
por haber tratado de acelerar el proceso
de emitir un billete simple.


martes, 10 de noviembre de 2015

Despertar en Oporto

Sin fallar un día,
la contundente intermitencia de carcajadas
fabricadas por una gaviota reidora
me trae hacia la luz
del despertar en Oporto.
Abro los balcones de madera blanca y marco de piedra
y la brisa portense
me apercibe de donde me hallo;
Y lo hace sin pretensiones
ni quebrantos,
a modo de bellísimo fado
que va calando dentro.
Despacio.