Mostrando entradas con la etiqueta temores y miedos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta temores y miedos. Mostrar todas las entradas

domingo, 9 de diciembre de 2012

Di-soluciones

Hablando de convivencia en pareja: En una sociedad de dos,
ante grandes problemas de entendimiento y compatibilidad,
no existen remedios a medias
ni sencillas di-soluciones


miércoles, 21 de noviembre de 2012

Autofranqueza

No creo que sepamos manejar la dosis apropiada de autofranqueza
cuando se trata de lo que realmente importa:
decidir nuestro bienestar emocional.

Con la medida justa
vamos dando el visto bueno a relaciones,
a circunstancias y a trabajos;
en dos palabras: nos instalamos.

Resulta tan cómodo no tener que desacostumbrarse a nada
que disipamos cualquier duda con frases precocinadas:
porque no es tan malo,
porque todavía podría ser peor...

Y luego solo queda repetir
-hasta el convencimiento más absoluto-
que recorremos los atajos adecuados
para ser felices...

Yo, que vengo de transitar caminos largos, tortuosos,
                  -aunque ahora discurran mis pasos
                   por amables veredas-,
no quiero olvidar a donde conduce
la falta de honradez con un@ mism@:
a un destino INFELIZMENTE DICHOSO
o, en el mejor de los casos, DICHOSAMENTE INFELIZ


domingo, 11 de noviembre de 2012

No puedo permitirme el lujo de comprar más miedo

No puedo;
sencillamente no puedo
permitirme el lujo de comprar más miedo.


Se está volviendo más caro cada vez...
Empezó costando lo que
cuesta un chasco o una pesadilla, es decir:
                 -quebraderos de cabeza, algo de insomnio, -casi nada-.

Pero ahora el miedo ha subido.

Se paga a precio de sueños, de ilusiones, de energía vital;
la propia existencia es la moneda de cambio.

No pienso seguir adquiriendo miedo a semejante coste.

Y ojalá nadie más lo compre.
Entonces, ante tanto excedente,
los que venden miedo tendrán que ponerse a regalarlo.
Y luego vendrá lo mejor;
Porque todo el mundo sabe
que el miedo regalado
ni convence ni asusta
ya a nadie.

lunes, 19 de marzo de 2012

Temor escénico

No he conocido, ni creo que exista, otro temor escénico
real más grande
que el miedo constante y prolongado ante una defunción anunciada.
Lo peor está siempre por llegar.

Mas, cuando puntual acude la muerte
exigiendo -a deshora- una representación del tercer acto,
en esa última escena,
donde no hay vuelta atrás para el que muere
ni huida posible para quien se ha salvado,
el miedo escénico se le quita a una de pronto,
-de puro espanto-.

Y, sin saber cómo,
recuerdas entero el inaprendido texto de la despedida, del adiós, que habrías de pronunciar
y cuyas exactas palabras nunca antes ensayó tu voz.

Luego cae el telón.
Y todos aplauden y vierten consternados sus respectivos
llantos de emoción.

A partir de ese momento el -hasta entonces hospitalario- mundo
se te vuelve inhabitable.
Y ya solo resta vivir con el quebranto de estas tristes tablas el resto de tu vida
pero también,
vivir el resto de tu vida
-que es lo que yo actualmente hago-.