A menudo, la forma más completa y concisa de poesía
que existe
es una fotografía
fielmente tomada
de un sentimiento.
lunes, 29 de junio de 2015
jueves, 11 de junio de 2015
¡Relevé, plié!
"Relevé..., "plié"...
el eco de estas dos palabras sonando en la luminosa sala de ensayo
me catapultan
directamente a la barra de madera junto al espejo
de las clases aquellas de ballet
que tomábamos mi hermana y yo en el Conservatorio de Madrid
37 años atrás.
El uniforme:
cabello recogido en impecable moño,
mallas rosas, maillot azul y manoletinas de piel rosa.
La postura indefeciblemente "militar":
tripa metida, trasero embutido hacia dentro,
glúteos y rodillas estiradas -al igual que el cuello hasta el infinito-,
sacar pecho echando hacia atrás los hombros
y los pies bien plantados en el suelo.
Y debíamos estar impecablemente colocadas
y vestidas
para que la profesora diera comienzo a una meticulosa revista
y solo cuando todo estaba en orden,
a un chasquido de sus dedos
sonaba el piano
y todas nosotras, que hasta entonces habíamos permanecido inmóviles
conectadas con nuestros bracitos a la barra de madera
como si a una toma de luz se tratase,
comenzábamos a brillar con el primer movimiento
[de brazos y flexión de rodillas]
a la orden de "relevé", "plié"...
el eco de estas dos palabras sonando en la luminosa sala de ensayo
me catapultan
directamente a la barra de madera junto al espejo
de las clases aquellas de ballet
que tomábamos mi hermana y yo en el Conservatorio de Madrid
37 años atrás.
El uniforme:
cabello recogido en impecable moño,
mallas rosas, maillot azul y manoletinas de piel rosa.
La postura indefeciblemente "militar":
tripa metida, trasero embutido hacia dentro,
glúteos y rodillas estiradas -al igual que el cuello hasta el infinito-,
sacar pecho echando hacia atrás los hombros
y los pies bien plantados en el suelo.
Y debíamos estar impecablemente colocadas
y vestidas
para que la profesora diera comienzo a una meticulosa revista
y solo cuando todo estaba en orden,
a un chasquido de sus dedos
sonaba el piano
y todas nosotras, que hasta entonces habíamos permanecido inmóviles
conectadas con nuestros bracitos a la barra de madera
como si a una toma de luz se tratase,
comenzábamos a brillar con el primer movimiento
[de brazos y flexión de rodillas]
a la orden de "relevé", "plié"...
miércoles, 3 de junio de 2015
Un avión y un hipopótamo dentro de un bote de jabón
[Después de subir del parque]
-¡Niñoooos!, ¡a lavarse las manos!
-A ver chicos, ¿qué vais a querer esta vez? -dice ella a sus sobrinos
de cuatro y cinco años mientras sostiene junto al lavabo
un dosificador de jabón líquido.
-Pues yooo, voy a querer un avión...
-¡Y yoooo...un hipopótamo!
-Uhmm, veamos... -Y entonces ella comienza a plasmar sendas peticiones
con trazos de jabón
sobre sus manitas
de la manera más fidedigna posible.
Y los niños ponen caritas de asombro
viendo como va cobrando vida
sobre sus manos lo que han pedido.
Apenas tienen tiempo de observar cada detalle
cuando se esfuma la magia
y los preciados dibujos se convierten
en lo que eran antes de salir del bote:
-una simplona e informe masa jabonosa-.
Y a partir de ese instante ya solo queda
poner las manos
bajo el grifo y comenzar a lavarse
con ahínco riendo de lo negra
que va desfilando el agua
hacia el desagüe...
-¡Niñoooos!, ¡a lavarse las manos!
-A ver chicos, ¿qué vais a querer esta vez? -dice ella a sus sobrinos
de cuatro y cinco años mientras sostiene junto al lavabo
un dosificador de jabón líquido.
-Pues yooo, voy a querer un avión...
-¡Y yoooo...un hipopótamo!
-Uhmm, veamos... -Y entonces ella comienza a plasmar sendas peticiones
con trazos de jabón
sobre sus manitas
de la manera más fidedigna posible.
Y los niños ponen caritas de asombro
viendo como va cobrando vida
sobre sus manos lo que han pedido.
Apenas tienen tiempo de observar cada detalle
cuando se esfuma la magia
y los preciados dibujos se convierten
en lo que eran antes de salir del bote:
-una simplona e informe masa jabonosa-.
Y a partir de ese instante ya solo queda
poner las manos
bajo el grifo y comenzar a lavarse
con ahínco riendo de lo negra
que va desfilando el agua
hacia el desagüe...
martes, 2 de junio de 2015
20 minutos
No he conseguido volver a leer
-ni tan siquiera tener en mis manos-
un periódico
de esos gratuitos que reparten.
Porque el solo hecho de verlo
me transporta automáticamente
a la sala de espera aquella de Hospital
donde los había repartidos a decenas
por todas partes...
Sus secciones de "breves"*
eran píldoras tomadas con avidez por los allí presentes
para evitar pensar en la terrible enfermedad.
Y en esto era obligado:
saltarse noticias non gratas que acentuaran el entorno,
y ante todo no fijarse en las esquelas
-------------------------
*Noticias
-ni tan siquiera tener en mis manos-
un periódico
de esos gratuitos que reparten.
Porque el solo hecho de verlo
me transporta automáticamente
a la sala de espera aquella de Hospital
donde los había repartidos a decenas
por todas partes...
Sus secciones de "breves"*
eran píldoras tomadas con avidez por los allí presentes
para evitar pensar en la terrible enfermedad.
Y en esto era obligado:
saltarse noticias non gratas que acentuaran el entorno,
y ante todo no fijarse en las esquelas
-------------------------
*Noticias
martes, 26 de mayo de 2015
Incongruencias de ida y vuelta
En el viaje de ida al trabajo, una joven tardo-adolescente
sentada a mi lado en el vagón de Metro, piensa el alto:
-Echo de menos el instituto.
Pasan un par de largos minutos sin obtener la menor respuesta
de su novio, que va con ella, de pie, apoyado en una barra,
completamente enfrascado en el móvil.
Y entonces ella vuelve a decir:
-¡Dios, cómo lo echo de menos! No es que no esté bien trabajar
y todo eso, pero... ¿jo, por qué no me contestas?
Por fin, él replica sin apartar la vista de la pantalla desde la desidia
más absoluta:
-Incongruente, es tan incongruente lo que dices, eso de que echas de menos
el instituto que vamos, ni te contesto.
Y él sigue ahí a lo suyo, tan cerca
pero tan lejos, en su abismo de incomprensión.
Y ella, ante la continua indiferencia,
deja de hablar y opta por sacar también su móvil y hace lo propio
en un deseo de compartir con él al menos su apatía.
En el viaje de regreso del trabajo:
¡Me los encuentro de vuelta en mi mismo vagón de Metro!
Exactamente igual que los había dejado a la ida:
Esta vez ella iba callada, con el bolso sobre su regazo y la mirada perdida
que parecía hablar sin parar hacia sus adentros.
Y él de pie, a su lado, apoyado de nuevo en la barra
en eterno romance
con su teléfono móvil.
sentada a mi lado en el vagón de Metro, piensa el alto:
-Echo de menos el instituto.
Pasan un par de largos minutos sin obtener la menor respuesta
de su novio, que va con ella, de pie, apoyado en una barra,
completamente enfrascado en el móvil.
Y entonces ella vuelve a decir:
-¡Dios, cómo lo echo de menos! No es que no esté bien trabajar
y todo eso, pero... ¿jo, por qué no me contestas?
Por fin, él replica sin apartar la vista de la pantalla desde la desidia
más absoluta:
-Incongruente, es tan incongruente lo que dices, eso de que echas de menos
el instituto que vamos, ni te contesto.
Y él sigue ahí a lo suyo, tan cerca
pero tan lejos, en su abismo de incomprensión.
Y ella, ante la continua indiferencia,
deja de hablar y opta por sacar también su móvil y hace lo propio
en un deseo de compartir con él al menos su apatía.
En el viaje de regreso del trabajo:
¡Me los encuentro de vuelta en mi mismo vagón de Metro!
Exactamente igual que los había dejado a la ida:
Esta vez ella iba callada, con el bolso sobre su regazo y la mirada perdida
que parecía hablar sin parar hacia sus adentros.
Y él de pie, a su lado, apoyado de nuevo en la barra
en eterno romance
con su teléfono móvil.
domingo, 24 de mayo de 2015
Guantes verdes
Desde el aséptico sillón de dentista
pegado
al gigantesco ventanal
-que no deja de tragar más y más luz-,
veo cómo me saludan los árboles
agitando -por cientos-
sus manitas
de guante verde.
pegado
al gigantesco ventanal
-que no deja de tragar más y más luz-,
veo cómo me saludan los árboles
agitando -por cientos-
sus manitas
de guante verde.
viernes, 22 de mayo de 2015
Capa de sueños
Una joven novia
se casaba tal día como hoy hace 16 años
estrenando una flamante capa de sueños
sobre sus hombros...
Capa que
fue perdiendo lentamente su color
hasta quedar irreconocible, deshilachada.
Deshilachada pero con
cuyos cuatro hilos fundamentales
ella fue
capaz de tejerse un discreto y práctico sayo.
se casaba tal día como hoy hace 16 años
estrenando una flamante capa de sueños
sobre sus hombros...
Capa que
fue perdiendo lentamente su color
hasta quedar irreconocible, deshilachada.
Deshilachada pero con
cuyos cuatro hilos fundamentales
ella fue
capaz de tejerse un discreto y práctico sayo.
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