Es por la tarde. En un vagón de Metro que va al Centro de la ciudad
un padre de cincuenta y pocos años ataviado con traje viaja con su hija de uniforme escolar
de apenas nueve.
-Vamos a sacar las tarjetas con las preguntas (se trata de un juego de memory cards).
--Vale papá
-A ver, fíjate en esta durante un minuto.
--¡Ya!
-No, todavía no ha pasado el minuto.
--¿Ya?
-Ahora sí. Dime cuántos caramelos había en el dibujo
--Siete
-Muy bien, y ¿cuántos eran azules?
--Tres
-¿Y rosas?
--Dos
-¿Y amarillos?
--Uno
-¿Y verdes?
--También uno.
-Bien -dice el padre mientras mira con detenimiento la cajita que contiene las fichas-
Amalia y ¿dónde está el libro de soluciones? Aquí pone que viene uno.
--No sé. Lo habré dejado en casa.
-¿En qué casa porras?
--En la tuya papá.
viernes, 27 de febrero de 2015
miércoles, 25 de febrero de 2015
Angustia abrochada
Vengo de sobrevolar cúpulas y edificios
huyendo de persecuciones horribles
en una pesadilla espantosa que me trajo la madrugada.
Y al despertar
estoy a salvo
-sí-
pero con una prenda de angustia
-demás-
a mi pecho abrochada.
huyendo de persecuciones horribles
en una pesadilla espantosa que me trajo la madrugada.
Y al despertar
estoy a salvo
-sí-
pero con una prenda de angustia
-demás-
a mi pecho abrochada.
jueves, 12 de febrero de 2015
Un buen trago de niñez
Nunca se ha separado de mí
aquella mítica colección
de cuentos populares
-un tanto castigada por las interminables relecturas-
que llenaban aquellas míticas tardes de mi infancia.
Ahora, como cada vez que vuelvo a tenerla entre mis manos,
abro uno de sus legendarios tomos, por cualquiera de sus
páginas bellamente ilustradas,
Y lo primero que hago -instintivamente-
es echarme de golpe un buen trago de niñez
-al olfato-;
Con los ojos bien cerrados traigo de vuelta a aquella
niña de pocos años
y cuando los abro, me gusta ver cuán cómodamente sigue transitando ella
por su mundo
de requetesabidas historias de héroes y villanos...
aquella mítica colección
de cuentos populares
-un tanto castigada por las interminables relecturas-
que llenaban aquellas míticas tardes de mi infancia.
Ahora, como cada vez que vuelvo a tenerla entre mis manos,
abro uno de sus legendarios tomos, por cualquiera de sus
páginas bellamente ilustradas,
Y lo primero que hago -instintivamente-
es echarme de golpe un buen trago de niñez
-al olfato-;
Con los ojos bien cerrados traigo de vuelta a aquella
niña de pocos años
y cuando los abro, me gusta ver cuán cómodamente sigue transitando ella
por su mundo
de requetesabidas historias de héroes y villanos...
martes, 3 de febrero de 2015
En la casa del tiempo
En la casa del tiempo
con cada partida del mes de enero
va la de aquel primer hijo
perdido entre catorce de sus consecutivas salas.
Y es inevitable que al asomarse a esa ventana
el cuerpo inquilino se estremezca.
Y la mente albergue tantas lagunas de no-recuerdos.
En la casa del tiempo*
llora inmóvil aquella madre de su vacío.
Y yo no puedo consolarla por su gran pérdida.
Desde ese terrible y lejano lugar, ella me mira
sin embargo, con la admiración y el asombro propios,
de sentirse renovada -al fin-
en futuras estancias, en la casa del tiempo.
------------------
con cada partida del mes de enero
va la de aquel primer hijo
perdido entre catorce de sus consecutivas salas.
Y es inevitable que al asomarse a esa ventana
el cuerpo inquilino se estremezca.
Y la mente albergue tantas lagunas de no-recuerdos.
En la casa del tiempo*
llora inmóvil aquella madre de su vacío.
Y yo no puedo consolarla por su gran pérdida.
Desde ese terrible y lejano lugar, ella me mira
sin embargo, con la admiración y el asombro propios,
de sentirse renovada -al fin-
en futuras estancias, en la casa del tiempo.
------------------
*En la casa del tiempo. En clara alusión al primer poema de Dibaxu, "poemario "bilingüe
que consta de 29 textos en ladino, de la
poeta Franco-bosnia Clarisse Nicoîsky, vertidos al castellano por Juan
Gelman. Publicado en 1994. (...) En las páginas pares van los poemas en ladino y en las impares su repetición en castellano". Recomendadísima su lectura. Información tomada de la url: http://www.scielo.cl/scielo.php?pid=S0718-71812014000100006&script=sci_arttext
viernes, 16 de enero de 2015
Mañana de viento
Mañana de viento.
Un bote de bebida isotónica
desciende a paso ligero
por los espaciados peldaños
de la costanilla de San Andrés.
Las rachas lo impulsan
a precipitarse
con la parsimonia propia de sus tacones huecos,
que retumban desacompasados
compitiendo
con las campanadas que en la iglesia
dan las 9:00
Un bote de bebida isotónica
desciende a paso ligero
por los espaciados peldaños
de la costanilla de San Andrés.
Las rachas lo impulsan
a precipitarse
con la parsimonia propia de sus tacones huecos,
que retumban desacompasados
compitiendo
con las campanadas que en la iglesia
dan las 9:00
domingo, 11 de enero de 2015
Las respuestas a las preguntas
El valor
que habitualmente empuño para dejar claro que no tendré hijos
resplandece cuando repito -por este orden-
que no tengo ni la lozanía de antaño,
ni los medios o la dedicación deseables,
y ni aun las ganas ya -si me apuran-.
Pues bien, recuerdo cómo ese valor palideció
al toparse de frente con el arrojo
de un matrimonio de invidentes totales
que llevaban a sus dos pequeños videntes -de tres y un año-
en el suburbano
camino del centro de Madrid.
¿Qué clase osadía era aquella?
Está claro que de esas que escupen a la cara
a la sensatez más impepinable.
En mi mente, a la pregunta del cómo, seguía la del porqué:
Todos los viajeros, sin excepción, contemplábamos perplejos
la naturalidad con que estos padres parecían sortear cada dificultad
según iba llegando, esto respondía al cómo.
Simplemente.
A través de esos niños surgía la oportunidad de alcanzar a ver un mundo mejor
por el que transitar con esperanza.
Y ahí la residía la respuesta del porqué.
su testigo ya no había sido pasado a ciegas
que habitualmente empuño para dejar claro que no tendré hijos
resplandece cuando repito -por este orden-
que no tengo ni la lozanía de antaño,
ni los medios o la dedicación deseables,
y ni aun las ganas ya -si me apuran-.
Pues bien, recuerdo cómo ese valor palideció
al toparse de frente con el arrojo
de un matrimonio de invidentes totales
que llevaban a sus dos pequeños videntes -de tres y un año-
en el suburbano
camino del centro de Madrid.
¿Qué clase osadía era aquella?
Está claro que de esas que escupen a la cara
a la sensatez más impepinable.
En mi mente, a la pregunta del cómo, seguía la del porqué:
Todos los viajeros, sin excepción, contemplábamos perplejos
la naturalidad con que estos padres parecían sortear cada dificultad
según iba llegando, esto respondía al cómo.
Simplemente.
A través de esos niños surgía la oportunidad de alcanzar a ver un mundo mejor
por el que transitar con esperanza.
Y ahí la residía la respuesta del porqué.
su testigo ya no había sido pasado a ciegas
miércoles, 17 de diciembre de 2014
El tiempo ante el espejo
Un buen día el paso del tiempo
-nos revisita-
-y nos reviste-
de lo que éramos ante el espejo.
Y llegado ese momento empezamos a reconocer en nosotros mismos
a nuestros padres.
Y entonces, y solo entonces, se nos brinda también
la oportunidad de ver en ellos
a nuestros queridos abuelos:
ansiado y,
a la vez, temido reencuentro...
-nos revisita-
-y nos reviste-
de lo que éramos ante el espejo.
Y llegado ese momento empezamos a reconocer en nosotros mismos
a nuestros padres.
Y entonces, y solo entonces, se nos brinda también
la oportunidad de ver en ellos
a nuestros queridos abuelos:
ansiado y,
a la vez, temido reencuentro...
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)