Embarcada en la cuarentena
me invito a remar
casi a diario.
Y lo hago, literalmente,
sobre una simple esterilla*,
en el dique seco.
Me coloco en posición,
muy en serio, como si mis manos agarrasen dos
pesados remos
que debo accionar con esfuerzo hasta alcanzar
una cadencia constante.
De fondo, música de olas viniendo de la tablet.
De cuando en cuando cierro los ojos
y, al coger y soltar aire,
se proyectan al trasluz recuerdos anaranjados
bajo mis párpados:
se alternan paisajes con pasajes
de antaño.
Me concentro solo en respirar y en seguir remando.
Disfruto del beneficio de avanzar,
de soltar lastre
desprovista de toda sensación de anclaje.
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*Esterilla: Se trata de una esterilla colchoneta de textura mullida de 5mm de grosor, marca Domyos, Decathlon.
jueves, 7 de mayo de 2020
sábado, 2 de mayo de 2020
Ya están de vuelta
Al contemplar en reposo
mi parcela de cielo
unas moscas se desplazan a cámara lenta de acá para allá
y viceversa
por el interior de mis ojos.
De pronto se unen unos puntos negros mucho más vivaces e intensos que
asurcan el cielo a velocidad de kamikaze
emitiendo su característico estruendo.
Ya están de vuelta
los vencejos.
Contemplar estas aves
es sorprender a la libertad misma y escucharla en pleno
y vertiginoso vuelo.
mi parcela de cielo
unas moscas se desplazan a cámara lenta de acá para allá
y viceversa
por el interior de mis ojos.
De pronto se unen unos puntos negros mucho más vivaces e intensos que
asurcan el cielo a velocidad de kamikaze
emitiendo su característico estruendo.
Ya están de vuelta
los vencejos.
Contemplar estas aves
es sorprender a la libertad misma y escucharla en pleno
y vertiginoso vuelo.
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