Qué delicia degustar
aquella
sola mora
de la alta y espinada rama
por ti alcanzada.
Qué delicia
que sus semillas se vayan de la lengua
-al paladar-;
Pero con una misma y dulce voz
y que, al sonreír,
mis dientes confiesen de puro negriazul.
No hay comentarios:
Publicar un comentario