lunes, 8 de marzo de 2021

Un soplo de aire fresco (con audio de regalo). Serie mujeres.

Con decisión y entusiasmo Faustina sale cada tarde con ayuda de su garrota para recorrer la distancia que separa su casa, de la coqueta y animada tienda de moda que visita a diario.

Enfundada en su primorosa y larguísima bata de estar por casa, color rosa palo, hace su entrada sin complejos en el comercio entonando alguna antigua coplilla. Enseguida, como cada vez que hace acto de presencia, su alegría insufla un soplo de aire fresco en las dependientas cansadas de tanto doblar y colocar ropa, que reviven agradecidas colmándola de piropos por ello.

Aunque en realidad no tenga en mente adquirir prenda alguna, Faustina pregunta si hay algo que pudiera sentarle bien, mientras deambula por el establecimiento cantando: "No te cases con pastores, ni tampoco con cabreros, que el dinero se lo gastan en collares y cencerros". Y se detiene a charlar animadamente aquí y allá con clientas y empleadas, brotando sonrisas de cada mascarilla, tal es el afecto repentino y sincero que despierta la nonagenaria. Porque las canciones, son solo el aderezo de las coloridas pinceladas que ofrece sobre su dilatada vida. Hablan sobre todo del amor, como el que le profesó a su difunto marido, un apuesto herrador de mulas, "con más porte que un gobernador", a quien dijo sí, tras rechazar a todos los trabajadores del campo que la cortejaban, porque a ella ese quehacer no le gustaba nada, le parecía muy esclavo.   

Rebasados los noventa años de edad, Faustina vive sola aún en un edificio de dos plantas -también centenario- con un señor muy mayor como único vecino en el piso de arriba. Por eso ella sale cada tarde a ver gente a la que hablar y cantar. Y, al cabo de un rato, regresa a casa con las piernas más ligeras y cargada de afecto a contarle a su soledad lo que ha vivido, bajo la atenta mirada de los mudos recuerdos que pueblan su cuarto de estar.

 

   

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