que emergen
de la ausencia de bullicio,
del cese de ruido,
de la reflexión, de la meditación,
de la soledad...,
prefiero aquél otro que existe
en medio de un paraje
y que hace presa enseguida
por venir de la quietud y de la calma.
Es tan envolvente su caricia
que hasta se respira,
porque -solo una vez que inunda el ser-
lo pone a salvo.