La muerte
-y otras fieras al acecho de la peor calaña-
fueron marcando, poco a poco, con sus mapas de irreparables
ausencias e insoportables presencias
el territorio,
hasta echarme de la vida -al parecer prestada-
que yo llevaba.
Ahora piso un suelo alquilado -pero propio-
soportando otras cuitas
distintas, que, aun siendo más llevaderas,
abruman por igual a esta mujer y a este hombre
de la casa, que lucha
en este hoy.
No hay comentarios:
Publicar un comentario