miércoles, 30 de marzo de 2016

Abandonos



Una imagen de antaño

proyecta el fortuito encuentro entre dos parejas:

El marco, un restaurante perdido

en una frondosa y conocida localidad del norte,

A los dos jóvenes matrimonios -que se conocían de vista, de la gran ciudad-

les lleva tan solo unos segundos saludarse efusivamente,

y dedican el resto del rato a ponerse al día:

uno de los matrimonios está recién casado

y el otro, tiene dos niños pequeños.

Enseguida intercambian los teléfonos.

El del padre de familia, sin duda, era un teléfono peculiar, a tener en cuenta

para un futuro lejano,

pues, no es habitual conocer a alguien que trabaja en el

departamento de decesos de una compañía.

A los pocos años de aquello,

una de las dos esposas recordó amargamente aquél -otrora bello- encuentro e hizo uso del insólito contacto

por el fallecimiento menos pensado:

el de su marido.

De otro lado, la otra mujer sufría su infierno particular:


su cóyuge la abandonaba, sin más,

a ella y a sus retoños,

para incorporarse de facto a otra familia

con hijos.