martes, 26 de mayo de 2015

Incongruencias de ida y vuelta

En el viaje de ida al trabajo, una joven tardo-adolescente
sentada a mi lado en el vagón de Metro, piensa el alto:
-Echo de menos el instituto.
Pasan un par de largos minutos sin obtener la menor respuesta
de su novio, que va con ella, de pie, apoyado en una barra,
completamente enfrascado en el móvil. 
Y entonces ella vuelve a decir:
-¡Dios, cómo lo echo de menos! No es que no esté bien trabajar
y todo eso, pero...  ¿jo, por qué no me contestas?
Por fin, él replica sin apartar la vista de la pantalla desde la desidia
más absoluta: 
-Incongruente, es tan incongruente lo que dices, eso de que echas de menos
el instituto que vamos, ni te contesto.
Y él sigue ahí a lo suyo, tan cerca
pero tan lejos, en su abismo de incomprensión.
Y ella, ante la continua indiferencia,
deja de hablar y opta por sacar también su móvil y hace lo propio
en un deseo de compartir con él al menos su apatía.
En el viaje de regreso del trabajo:
¡Me los encuentro de vuelta en mi mismo vagón de Metro!
Exactamente igual que los había dejado a la ida:
Esta vez ella iba callada, con el bolso sobre su regazo y la mirada perdida
que parecía hablar sin parar hacia sus adentros.
Y él de pie, a su lado, apoyado de nuevo en la barra 
en eterno romance
con su teléfono móvil.  


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