lunes, 19 de marzo de 2012

Temor escénico

No he conocido, ni creo que exista, otro temor escénico
real más grande
que el miedo constante y prolongado ante una defunción anunciada.
Lo peor está siempre por llegar.

Mas, cuando puntual acude la muerte
exigiendo -a deshora- una representación del tercer acto,
en esa última escena,
donde no hay vuelta atrás para el que muere
ni huida posible para quien se ha salvado,
el miedo escénico se le quita a una de pronto,
-de puro espanto-.

Y, sin saber cómo,
recuerdas entero el inaprendido texto de la despedida, del adiós, que habrías de pronunciar
y cuyas exactas palabras nunca antes ensayó tu voz.

Luego cae el telón.
Y todos aplauden y vierten consternados sus respectivos
llantos de emoción.

A partir de ese momento el -hasta entonces hospitalario- mundo
se te vuelve inhabitable.
Y ya solo resta vivir con el quebranto de estas tristes tablas el resto de tu vida
pero también,
vivir el resto de tu vida
-que es lo que yo actualmente hago-.



No hay comentarios:

Publicar un comentario