sábado, 24 de marzo de 2012

Serie aves: Lavandera



Una lavandera se deja observar inusualmente de cerca.
Ataviada cual joven novicia,
va y viene en círculo
recorriendo azorada los límites
de una celda de césped
en la madrileña plaza de la Encarnación.

Con sus alitas recogidas a la espalda
comienza a pasar -en desordenado rezo-
las peculiares cuentas de su rosario de saltitos encadenados.
Enseguida, su figurita se cuela
tras los barrotes de la verja del Convento
y sigue avanzando recatada hacia delante,
sin perder la linea donde muere la pared del muro en el suelo.

Y al otro lado quedamos nosotros.
Decididamente esta avecilla parece haber guiado
nuestros perdidos pasos -en la fría mañana-
hasta el umbral de este ilustre edificio.
¡Qué digo!, aún más,
nos ha dejado ante una flamante puerta de las estrellas (Star Gate) 
pues al otro lado el Madrid del siglo XVII
espera

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