Chicas, atención: el reloj biológico nos llama.
Y por qué será que nos importuna siempre a horas tardías.
Aporrea a golpes nuestra puerta entrada en años,
cerrada a cal y canto,
hasta que abrimos y sucumbimos a la tentación
de mirar la hora
-lo que vulgarmente
se conoce como: "caer en la cuenta de que se hace tarde
y que el arroz se nos pasa"-.
Cuando por fin despertamos
son las 10 y media pasadas...
...y antes de que den menos cuarto, ya hemos decidido acabar con el rosario particular de cuentas pendientes:
-Me lanzo a vivir con él;
-Me caso;
-Voy a ser madre...
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