Tengo mi dolor
limpio de tanto lavarlo
con los puños de mis propias manos.
Lo hice día tras día.
Una y otra vez iba yo con el oscuro paño de mi pena
a las fuentes del llanto.
Lo aclaraba a conciencia y
lo tendía luego al sol
dejándolo escurrir
-sobre mis mejillas-.
Y fue así como, lentamente, se tornó
menos negro cada vez
aquél tinte
que impregnaba la tela que envolvía mi dolor
"Quien no sabe que a esta altura
ResponderEliminarel dolor es también un ilustre apellido" (M. Benedetti)
"El negro es el color más esencial. Hay que respetar el negro. Nada logra prostituirlo. No complace a los ojos y no despierta sensualidad alguna. Es agente del espíritu en medida muy superior al hermoso color de la paleta o del prisma"
ResponderEliminar(Odilon Redon)