Cuando conseguí empuñar de nuevo un lápiz
para volver a escribir
descubrí
en la simple concurrencia de unos versos,
unos ávidos y tenaces animalitos.
Que quizás fueran hormiguitas,
porque venían a por las migajas de mi dolor
y las sacaban
fuera
llevándoselas
a yo no sé qué hormiguero lejano.
Y solo sé que
cada vez acudían más hormiguitas
que cargaban sobre sí hasta diez veces su peso en dolor
y con ello
me restituían a la vida
un poco más cada vez
Y por ello les estoy agradecida
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