Porque al fin podía
hablar yo de cosas,
de las cosas,
de mis cosas,
de esas cosas,
de todas las cosas,
de tantas y tantas cosas....
Ahora eran tiempos
de soplos de aire
fresco
en interminables jornadas de puertas abiertas
del corazón
que mi mente veía
con tan buenos ojos.
Porque, sin saber,
y al mismo tiempo sabiendo muy bien cómo,
había ido creando yo un espacio propio
rodeado
de sentimientos y sensaciones confortables
que me dotaban de una nueva vitalidad,
que reconfortaban mi ser:
eran "insignificantes"
pero preciados y valiosos vestidos
imprescindibles
que llenaban mi fondo de almario sin fondo
No hay comentarios:
Publicar un comentario